sábado, 11 de julio de 2009

EMBARAZO Y ATLETISMO: Mi experiencia corriendo con bebé a bordo (por Marina Saún)


Varios artículos he leído antes de recibir LA noticia, pero muchos más luego de enterarme: estaba embarazada. Hago deporte competitivo desde los 10 años y corro desde los 17, cuando me inicié en el triatlón, deporte que transité por diez años. Ahora, con 31 a cuestas y un bebé en camino, me estaba dedicando desde hacía un par de años al atletismo de fondo. Hacer deporte para mí no sólo es necesario… es imprescindible. Tanto por mi salud física como mental, es el mejor vehículo de descarga para las emociones de todo tipo. Y esto lo sé porque lo cultivo desde antes de la adolescencia y sé ahora lo importantísimo que fue para atravesarla y continuar sobre un mismo eje. De hecho, considero que el deporte fue el eje de mi vida, la constante que atravesó todas las bifurcaciones de un camino.
Así que cuando caí en la cuenta de esta hermosa noticia, uno de los muchos interrogantes fue qué hacer con respecto al running estando embarazada. ¿Podré correr igual? ¿Me sentiré como siempre? ¿Mucho peor? ¿Habrá grandes diferencias? ¿Hasta cuándo podré correr? ¿Le hará mal al bebé el traqueteo constante del trote? ¿Correré mayores riesgos? ¿Tendrá algún beneficio?


El Primer Trimestre (semanas 1 a 13)

Me dispuse a leer aún más sobre el tema. Y, obviamente, lo consulté con el obstetra. Le comenté que corría desde hacía varios años, casi la mitad de mi vida, y si lo podría seguir haciendo (aunque confieso que lo venía haciendo aún antes de consultarlo porque ni antes ni después de enterarme paré). Su respuesta fue inmediata y contundente: “Claro que podés, obvio que cuidando las intensidades pero podés perfectamente. Si ya hacías deporte es peor que dejes que que sigas haciéndolo”. Al cumplir los 4 meses de embarazo, volví a preguntarle “¿Puedo seguir? ¿Hasta cuándo?”, a lo que él respondió “Mientras a vos no te moleste, podés seguir hasta cuando te sientas cómoda”. Listo, era todo el aval profesional que necesitaba. El resto dependía de mis sensaciones. Creo que un deportista está muy atento a su cuerpo, tiene mucha conexión con su esquema corporal, con lo que siente; y está muy atento a si algo físico u orgánico cambia. Es que cada día al entrenar, sometés a tu cuerpo a un testeo. Hay gente que no hace deporte y no se da cuenta de sus limitaciones hasta que no se enfrenta a ellas: ve que no puede correr dos cuadras para alcanzar un colectivo, que no puede agacharse de cuclillas, que no puede hacer un salto, que se agota a los dos minutos de jugar con un chico, que no tiene casi nada de fuerza, resistencia, etc., todas cualidades físicas que los deportistas entrenamos y testeamos diariamente. Sentimos cuándo, dónde y por qué nos duele algo. Conocemos mucho nuestro cuerpo y, sobretodo, tenemos una gran tolerancia al dolor y al sufrimiento, producto de tantos entrenamientos de esfuerzo. Somos fuertes y eso se lo debemos a entrenar, mental y físicamente. Y particularmente, bastante se ha hablado del umbral superior de dolor presente en muchas atletas de resistencia.
Tuve – y aún la tengo, porque esto no terminó – la suerte de cursar un embarazo hasta ahora sin problemas. Tuve casi nada de náuseas durante el primer trimestre, nada de vómitos, ningún malestar, poco cansancio en general… en definitiva, casi asintomático! Por eso es que antes de hacerme el test de embarazo y de tener ya un atraso, no me podía imaginar que estuviera embarazada. ¡Algo tenía que sentir! Así que seguí entrenando y de hecho, metí un par de entrenamientos bastante duros. Al enterarme, obviamente que los suspendí. No dejé de correr pero ya no busqué entrenar fuerte ni hacer pasadas ni esforzarme hasta el cansancio. Primero, porque la cuestión fundamental que hay que cuidar al estar embarazada y hacer ejercicio es que éste sea aeróbico. Al realizar deporte redistribuimos gran parte de nuestro flujo sanguíneo a los músculos que están trabajando en ese momento para proveerlos de oxígeno y energía. Si el requerimiento es muy importante estaremos restándole sangre a la placenta y al feto, con la consecuente disminución de nutrientes y sobretodo, de oxígeno hacia el mismo. Esto puede provocar una anoxia fetal (falta de oxígeno en el feto) y es por eso que las intensidades de entrenamiento no deberían sobrepasar el 60 - 70% de la Frecuencia Cardíaca Máxima, según el grado de entrenamiento de la futura mamá. Otra cuestión importante a tener en cuenta es evitar la hipertermia fetal (aumento excesivo de la temperatura corporal del feto), por lo cual la futura madre no debería someter a su cuerpo al ejercicio bajo altas temperaturas. Finalmente – y esto es algo que constituía un riesgo al correr por los bosques de Palermo – debía estar muy atenta a las raíces, piedras, posibles pozos y demás obstáculos para evitar las caídas. Cuidando básicamente estos tres factores y estando muy atenta a mis sensaciones – no tener mareos, pérdidas, cansancio y calor excesivo, falta de aire, náuseas y/o vómitos constantes, etc. – podía dedicarme a seguir corriendo sin inconvenientes. Y así fue como atravesé todo el primer trimestre.

4 comentarios:

Lucardix dijo...

Pregunta: el seis que marcas en la foto es de las seis semanas?

Interesante articulo, de verdad. Mas alla de los detalles con el embarazo, está muy bueno lo que marcas de lo que significa para el deportista, todo lo que genera un entrenamiento. Te tenias guardada esta carta, Saún!
Sigo leyendo.

ams dijo...

Sí, sí, estaba de 6 y media semanas.
Al menos es lo que significa para mí, qué sé yo...

Marcela Laura Tarsia dijo...

Muy Bueno, Marina.!!! ahora pido permiso yo. Me dejas copiar el link en nuestro blog para aquellas posibles madres de Palermo 1 ???

ams dijo...

of course!