viernes, 10 de agosto de 2012

American Journal of Human Genetics - Londres 2012




El dominio de jamaiquinos y estadounidenses de ascendencia africana y caribeña en el atletismo de clase mundial ha generado un intenso debate en torno a si el hecho de correr hasta el límite de la capacidad humana está en los genes.

Es una idea que tiene su atractivo. Después de todo, es desconcertante que la pequeña nación de Jamaica, con una población de solo 2,8 millones de personas, pueda producir con regularidad velocistas que baten récords mundiales, mientras toda Europa apenas puede registrar un puñado de atletas entre los 100 mejores.

Científicos deportivos y especialistas en genética dicen que atribuir el éxito en el atletismo de velocidad puramente a la naturaleza en lugar de incluir la formación es demasiado simplista e ignora una abundancia de factores culturales y sociales que son igualmente importantes para vencer el reloj.

"Lo que sabemos sobre los genes en el deporte es que la composición genética influye en alrededor de un 50 por ciento de variabilidad en el rendimiento base", dijo Ken van Someren, director de ciencias deportivas en el Instituto Inglés de Deporte.

"Lo que básicamente nos dice es que el rendimiento deportivo es una combinación de lo innato y lo adquirido"



¿GENES DE VELOCISTA?

Bengt Saltin, profesor de fisiología humana en el Centro de Investigación Muscular de la Universidad de Copenhague, en Dinamarca, dice que el balance de movimientos de fibras musculares de contracción rápida y lenta es la clave.

Las fibras musculares rápidas producen la misma cantidad de fuerza por cada contracción que los músculos lentos, pero llevan ese nombre porque pueden reaccionar mucho más rápido, lo que las hace mejor para pruebas deportivas explosivas, veloces y enérgicas como lo es la de 100 metros planos.

Y aunque el entrenamiento y la práctica pueden obviamente mejorar el rendimiento muscular, las evidencias sugieren que las fibras de contracción lenta no pueden convertirse en fibras veloces, lo que significa que los atletas tienen lo que hay en sus genes.

"Si uno no tiene al menos un 70 u 80 por ciento de fibras musculares de contracción rápida, diría que es poco probable que pueda estar entre ellos (los velocistas más destacados del mundo)",

"Pero si uno tiene ese nivel probablemente pueda hacerlo bien, y si tiene un 80 o 90 por ciento, es incluso mejor"

Una ráfaga de emoción sobre la idea de genes para la destreza atlética se desató en el 2003 cuando científicos australianos descubrieron que un gen llamado ACTN3 tenía ciertas variantes que podían dar a los músculos de deportistas de elite una ventaja de rendimiento.

El estudio, publicado en el American Journal of Human Genetics, reveló que el ACTN3 podía dar a los velocistas un impulso porque daba energía extra a las fibras musculares de contracción rápida.

Estudios muestran que esa versión del ACTN2 -apodado el "gen del sprint"- es más común en jamaiquinos y otras personas con ascendencia de Africa Occidental que en aquellos con antepasados europeos.

Sin embargo, científicos señalan que aunque el genotipo "indicado" podría ser más frecuente entre, por ejemplo, los velocistas exitosos, que en la mayoría de la población, también es probable que exista una amplia variación entre los perfiles genéticos de aquellos que están en la cima del deporte.

"Mientras más cerca de la elite se está, más cerca de los límites de rendimiento, la composición genética puede poner algún tipo de barrera invisible allí"

"Pero no hay un gen individual que cuente para la velocidad y la energía, ni para el sprint. Por lo que sabemos hasta ahora parece haber una interacción realmente compleja de muchos genes", continuó.

De ese modo, van Someren descartó la posibilidad.

"Así que es imposible decir si hay un genotipo africano para la velocidad o uno para el atletismo de resistencia. Los genes tienen un juego aparte", remarcó.



DETRAS DEL GENOMA

Científicos dicen que una explicación centrada en genes también resta importancia a toda una serie de factores psicosociales y culturales que pueden contribuir de manera importante al éxito de los velocistas jamaiquinos.

El atletismo implica una posición de mucho respeto en Jamaica. El campeonato escolar anual es un evento importante a nivel nacional cuya significatividad se equipara con el Super Bowl para los estadounidenses.

Expertos también destacan la inversión de Jamaica en infraestructura y sistemas de entrenamiento para cultivar potenciales atletas de elite, una cultura que idolatra a sus velocistas y un poderoso deseo entre los jóvenes por usar al deporte para sacar a sus familias de la pobreza.

"Tienen modelos y oportunidades, es un evento divertido, sociable y competitivo desde una edad muy temprana, y tiene grandes recompensas, tanto financieras como sociales", subrayó van Someren.

Daniel MacArthur, uno de los investigadores de la publicación del 2003 que relacionaba al ACTN3 y el rendimiento atlético, dice que lamenta que el estudio haya derivado en un exagerado énfasis sobre lo que algunos quieren ver como una ventaja evolutiva.

"Es casi verdadero que Usain Bolt porta al menos una de las variantes del gen 'del sprint' ACTN3 (...) Pero también yo, junto a los alrededor de 5.000 millones de humanos en todo el mundo" escribió MacArthur en un blog científico sobre el tema.

"Eso no significa que me vayan a ver en la final de los 100 metros en Londres 2012. Desafortunadamente para mí, crear un deportista olímpico exige mucho más que tener un gen de la suerte", agregó.



La importancia de entrenar la mente para los 100 metros

Es difícil creer que una carrera que dura apenas 10 segundos puede perjudicar la mente, pero cuando se trata de la final olímpica de los 100 metros planos, casi no hay dudas de que puede hacerlo.

Pensamientos impertinentes sobre fracaso y humillación pueden agobiar a los corredores desde meses antes de una carrera. El estrés constante luego empieza a interferir con las hormonas del cerebro, teniendo consecuencias en el sueño, la concentración y el entrenamiento.

Como saben bien los jamaiquinos Asafa Powell y Usain Bolt, una largada en falso puede exterminar las esperanzas antes del inicio de una carrera y lastimar la psique durante años.

Aunque la interminable puesta a punto y la condición física son cruciales para los seres humanos más rápidos del mundo, el entrenamiento del cerebro podría ser lo que hace la diferencia entre la gloria y la derrota.

"Para el momento en que alcanzan este nivel, los atletas de elite están en forma, son rápidos, hicieron su tarea y saben contra lo que se enfrentan. Así que difícilmente sea un problema de capacidad", dijo Pieter Kruger, psicólogo deportivo de Londres que ha trabajado con muchos deportistas importantes.

"En ese punto se trata de la aplicación de las habilidades bajo presión: ahí es donde entra la psicología", explicó.

Teniendo en cuenta esto, los favoritos a estar en la final de 100 metros del domingo 5 de agosto en Londres parecen ser bastante diferentes.

El rey de la velocidad Bolt, un hombre despreocupado y extrovertido, rara vez se encuentra falto de confianza y parece más relajado que su compatriota Powell, conocido por su preocupación y sus nervios previos a las carreras.

El corredor más veloz de Estados Unidos, Tyson Gay, es un hombre cauteloso y modesto que evita las predicciones atrevidas antes de las competiciones.

Gay ha descubierto los aspectos psicológicos del entrenamiento, en especial cuando tuvo que recuperarse de lesiones.

"Cuando uno está bien, eso juega mucho mentalmente porque te das cuenta de que solo hay que estar al 100 por ciento, sintiéndose bien para una carrera, y esa es la final", declaró Gay.

Powell sabe que debe ignorar a sus rivales y enfocarse en su propio rendimiento.

"Tengo que estar tranquilo y correr hasta la línea de meta (...) Uno no quiere dudas en la cabeza", manifestó el jamaiquino a Reuters a principio de este año.

CONTROLAR

Psicólogos deportivos acuerdan en que ese es el enfoque indicado, pero es mucho más fácil decirlo que hacerlo.

"Una de las peores cosas que tienen que afrontar los atletas es lidiar con algo llamado ansiedad anticipada", sostuvo Kruger.

"Esos son pensamientos muy impertinentes. Empiezan en las semanas previas a una gran carrera y suelen estar muy enfocados en los objetivos de resultado, en otras palabras: 'Necesito ganar, he pasado cuatro años entrenando para esto, no quiero fallar'", explicó.

Si los atletas no pueden controlar estos miedos, llegan a un punto en que se produce un estrés casi continuo, desencadenando una secreción constante de las hormonas de estrés cortisol y adrenalina en el cuerpo.

"Eso puede interferir en los patrones de sueño, la recuperación, el entrenamiento, el descanso, y cuando hablamos de milésimas de segundo de diferencia entre un primer y un quinto puesto, todas estas cosas se vuelven increíblemente importantes", subrayó Kruger.

Lo que un equipo de psicólogos y entrenadores tienen que hacer es ayudar a los atletas a redirigir esos pensamientos hacia el proceso en lugar del resultado, para que sus mentes estén concentradas en cómo correr su mejor carrera, no obsesionadas con si pueden ganar o no.

"Se trata de controlar lo controlable", dijo Kruger. "No se puede controlar el resultado, pero se puede controlar todo lo demás en el proceso", añadió.

Damon Burton y Thomas Raedeke, autores del libro "Sports Psychology for Coaches", sugieren que los velocistas deberían tener un plan de carrera claro, posiblemente palabras indicadoras en cada fase, y que deberían ensayar mentalmente su carrera hasta que se vuelva algo automático.

"Pensar demasiado es lo peor que pueden hacer psicológicamente", señaló Burton, profesor de psicología deportiva en la Universidad de Idaho, en Estados Unidos.

"Uno quiere que los velocistas en esa situación mantengan la mente clara, adopten una rutina, reaccionen al arma y hagan lo que mejor hacen lo mejor que pueden".